lunes, 28 de abril de 2014

II Concurso de Microrrelatos - Miguel Aguerrido

Los huevones de los turistas corren asustados a encerrarse en sus hoteles, pero nosotros los cubanos sabemos que tras la apariencia aterradora de la tormenta tropical está caribe que viene a purificar y refrescarnos. Nos gusta su visita que anuncia con un manto oscuro en el cielo, el vendaval y tambores atronando.

La torrencial lluvia comienza a regar las calles y levanta una nube de vapor del caliente asfalto que viene a mi olfato con ese olor tan familiar. Los niños corren como locos por las calles atravesando la demencial apoteosis de agua. Saltan en los charcos, ríen y gritan tal como un día hicimos de chicos.

Tan diferente aquellos ágiles y vigorosos niños de un anciano como yo que se levanta con temblorosa dificultad del palco desde donde observo la calle. Mis piernas ya no me permiten correr pero aparentan que lo hacen y atravieso la fría cortina de agua quedando en seguida empapado.

Cierro los ojos y corro riendo bajo la lluvia, para nunca dejar de ser niño.

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