viernes, 23 de mayo de 2014

Eureka! - por Miguel Aguerrido.

Mientras estaba sentado en su escritorio absorto en sus libros de teorías y en sus ecuaciones no existía nada alrededor, pero al levantar la vista le invadía de nuevo la claustrofobia. Su sueldo como profesor de física no le permitía otra cosa que aquél angosto estudio abuhardillado, donde se sentía enclaustrado. Es cierto que un estudio así también tiene sus ventajas, no puedes tener muchas cosas (algo bueno si eres muy desordenado), limpias el piso entero en un periquete y puedes alcanzar todo sin levantarte de la silla.
En realidad últimamente se levantaba de la silla para coger las cosas desde que se cayó de espaldas al intentar coger un libro de la estantería inclinando la silla, no calculó bien la distancia. Cayó en la cuenta que tampoco calculaba bien las distancias al ir al servicio de noche sin encender la luz, últimamente se quedaba corto al buscar palpando la pared donde estaba el interruptor. Es como si aquella estancia fuese ahora más amplia, o él estuviese encogiendo. Se estaría acostumbrando a las estrecheces, nada de aquello era posible según las leyes de la física… O si?
De golpe se estremeció y comenzó a repasar con excitación todas sus ecuaciones. Si, no cabía duda, esta nueva teoría explicaría porque esas fórmulas nunca acababan de cuadrar y el universo se movía de esa manera. Eureka!.
Salió corriendo a la universidad para proclamar su gran descubrimiento: "El universo se expande"


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